MUJER
Cuando eras
jovencita incordiabas
como una mancha en la corbata. Hasta el pie
te servía de arma, so salvaje.
Y qué difícil eras de atrapar.
Todavía eres joven. Todavía eres guapa.
Las huellas de los años (aquellos años del dolor) unen
hoy nuestras almas, las convierten en una. Y,
tras el pelo negrísimo que ahora
se me enreda en los dedos, ya no temo tu blanca,
pequeña, aguda oreja de diablillo.
Umberto Saba
(Trieste, 1883 – Gorizia, 1957)
