NOVEDADES EN MERIENDA DE LETRAS
El otoño invita al recogimiento, a la lectura, a la buena conversación y la tertulia. Por este motivo en nuestra librería os frecemos CAFÉ CON MAYÚSCULAS. Pasa e infórmate.

Cuentos para niños y adultos
NOVEDADES EN MERIENDA DE LETRAS
El otoño invita al recogimiento, a la lectura, a la buena conversación y la tertulia. Por este motivo en nuestra librería os frecemos CAFÉ CON MAYÚSCULAS. Pasa e infórmate.
Desde nuestra librería hemos querido hacer un hueco a una recopilación de libros con un enfoque feminista y diferente. En esta selección de libros encontramos autoras como: Trilogía de la huida, Dulce Chacón La flor púrpura Chimamanda Ngozi Adichie Mamá desobediente, Esther Vivas, Cómo ser mujer Caitlin Moran, La mejor madre del mundo, Nuria Labari, Mujeres y Poder. Un manifiesto Mary Beard No es país para coños, y Matermofobia de Diana López Varela . Todos los títulos están a vuestra disposición en nuestra librería.
Os dejo este enlace de Babelia, El País. https://elpais.com/cultura/2015/09/02/babelia/1441210274_504887.html
Artículo muy interesante realizado por Kiko Amat del libro «El bar de las grandes esperanzas» y sobre su autor J.R. MOEHRINGER. .
Podréis encontrar esta maravillosa novela, como siempre, en nuestra librería.
Érase una vez una librería que nació de la idea loca de una cuentista cabezona. Era tal el empeño y tanta la ilusión que la pequeña librería apareció una soleada mañana de marzo. La librera, menuda y alegre, comenzó a limpiar, amueblar y a decorar. Pintó la fachada de azul, ¡azul como el cielo, ¡cómo los sueños! Entonces buscó un nombre…oh ¡Qué bonito! ¡Merienda de Letras! Pero la librería estaba triste, porque estaba vacía. Sí, no tenía libros, no tenía vida, ni magia, ¡ni dueños! Así que nuestra librera cuentista decidió llenarla de cuentos. Cuentos de dragones, caballeros y hadas. Cuentos de vacas, cerditos y orugas glotonas. Cuentos de monstruos de colores, de tortugas, de conejitos… ¡Cuentos cargados de aventuras piratas, de viajes extraordinarios! Ocuparía todas las estanterías llenándolas de la maravillosa magia de los cuentos. ¡Ah! Pero aún faltaba algo, sí faltaban los niños, los auténticos “devoradores de letras”. Estos traerían la alegría, las risas, el asombro y la emoción.
Mientras tanto, por las noches todos los personajes de los cuentos saltaban de las estanterías y se colocaban en el escaparate, expectantes y ansiosos.
• Los señores ratones se frotarán las patitas -murmuró una vieja vaca de peluche.
• ¡Libros nuevos!¡Libros nuevos! ¡Qué delicia! ¡Con lo bien que huelen, jajaja, mejor sabrán! – pensaba un arata de alcantarilla que miraba desde la otra esquina de la plaza.
El señor Monstruo de colores tuvo una genial idea, decidió pintar el suelo de naranja, verde y amarillo así cuando los ratones asaltaran la librería, estos se quedarían pegados al suelo o dejarían sus huellas por todo el local y les darían caza.
• ¡Excelente idea! – Aplaudió el señor “Dragón cartón de huevos”, y yo desprenderé una de mis terribles llamaradas. ¡Ya veréis como corren!
• ¡Nada de eso! -intervino la señora Tortuga Clementina. ¡Cómo se le ocurre lanzar fuego donde hay tanto papel! ¡Qué barbaridad! Déjenos a nosotros.
A todo esto, la librera, alegra y despreocupada ordenaba aquí y allá los libros, los cuentos sin imaginar siquiera lo que se estaba “cociendo”…
Soledad Portero Piedehierro
“La invasión de las cucarachas”
Nuevos personajes se incorporan a esta pintoresca historia en la librería azul de la plaza.
La tienda fue llenándose de libros de cuentos, de novelas, de poesía, ¡Y de música! Libros nuevos y resplandecientes con ese olor tan característico que inundaba toda la estancia.
Pero poco tiempo después llegaron unos cuantos libros que venían en unas destartaladas cajas, y en bolsas viejas. Estos libros habían recorrido un largo viaje. Eran libros usados, viejos en algunos casos, libros de segunda mano. Algunos venían pintados, o con algún nombre, fecha o dedicatoria inscrito en su cubierta superior.
Junto a estos libros de segunda mano, que en principio no fueron muy bien recibidos por los demás compañeros que habitaban en la tienda, llegaron Mercedes y Doña Fresita. Y junto a todos ellos, la última visita que decidió también quedarse en nuestra linda librería fue una señora planta de Tomate.
¡Si, si, como os estoy contando! Una señora planta de Tomate, o mejor dicho Doña Tomatera. Esta fue un regalo de un estimado cliente. ¡Oh aquello creo una gran expectación! Doña Tomatera tenía un aspecto de gran señora, con aquellas ramas tan altas, y tan sujetas al palo guía. Sus hojitas bien verdes, su tierra bien regada, ¡y ese perfume a tomate! Se veía en plena forma, y seguro, seguro daría unos tomates formidables.
Pero, retomemos el hilo de lo ocurrido anteriormente.
En el capítulo anterior, nuestros protagonistas estaban tramando un plan para vencer el peligro que suponían los ratones y las ratas callejeras. Estos roedores veían vigilando la librería desde la plaza y afilando sus bigotes, pensando en el festín de libros que se iban a dar. Para evitarlo estaban nuestros amigos, los habitantes de la librería, ¡Ellos iban a impedírselo!
Las obras de remodelación de la plaza en la que se hallaba la librería iban muy despacito. Y esto favorecía que los ratones, ante tanta zanja y agujero abierto, camparan a sus anchas. La librera, mientras tanto, colocaba con esmero cada día más libros y más cuentos. ¡Qué bonita estaba quedando la librería! Mercedes, la preciosa muñeca de trapo, se alojó en la sección de libros de cuentos empeñándose en promocionar ella misma una campaña que llamó “PONGA UN CUENTO EN SU BOLSO”.
La librería comenzó a tener otro aspecto, pero además, lo más maravilloso fue que llegaron los niños con sus risas y alegría ¡Era fantástico!
El señor “Dragón cartón de huevos” mantenía a raya a los indeseables ratones. Ya fuera por su temible rostro, o por su figura singular, parecía que no se atrevían a entrar en la librería. Pero, otro peligro se cernía sobre nuestros amigos.
Una tarde, cuando ya hubo cerrado la librera, y la tienda permanecía en silencio se escuchó un leve ruido. Al cabo de un rato otro crujir. La ovejita de peluche comenzó a templar.
– ¿Qué es ese ruido? ¿Has sido tú, amigo cerdito rosa? – preguntó temerosa la ovejita
– ¡Anda ya, boba! -Respondió confiado el cerdito rosa.
En ese instante se volvió a escuchar otra vez el ruido, pero esta vez era más uniforme e intenso, y entonces atónitos pudieron ver a las sombras de la luz blanquecina del escaparate, como una pequeña patrulla de “cucarachas” avanzaba más o menos ordenadamente en una formación un tanto peculiar. Eran gordas, grandes y tenían alas escondidas en su caparazón rígido. Al ver a todos nuestros amigos tan asustados, comenzaron a reír a carcajadas y con un descaro insolente, rompieron formación y comenzaron a desplegarse por toda la librería incluso empezaron a subirse por Doña Tomatera, pero como La señora Tomate usa un perfume tan fuerte, la dejaron tranquila enseguida.
Todos estaba horrorizados por la invasión. La ovejita comenzó a llorisquear, y Mercedes les pidió que hicieran el favor de abandonar la librería, que aquel lugar no era sitio para unos bichos tan maleducados como ellas. Las cucarachas reían y reían. Lo toqueteaban todo, y todo lo descolocaban. La señora Tomatera intentó dar un tomatazo a una de ellas que quiso ir volando a incomodar a la pobre ovejita que continuaba llorando sin poder controlarse, pero en el intento, la señora Tomatera rompió una de sus ramitas más tiernas.
¡Oh aquello fue la gota que colmó el vaso! El señor “Dragón cartón de huevos” rugió con todas sus fuerzas, y a punto estuvo de lanzar una de sus impones llamas si no fuera porque Laura nuestra, pequeña muñeca, le frenó.
– ¡No! ¡No ni se le ocurra!
– ¡Fuera, fuera de aquí miserables bichejos! -gritó fuera de sí señor “Dragón cartón de huevos”
Las cucarachas quedaron sorprendidas por el vozarrón y al momento se reagruparon.
– ¡Volveremos! -dijeron entre risas y carcajadas. – ¡Volveremos!
Y retomaron la formación de vuelta al aseo que es por dónde habían aparecido.
– ¿Dios, qué vamos a hacer ahora? -señaló angustiada la Tortuga Clementina. Son muchas y parecen organizadas.
– ¡Cálmate ovejita! Ya se han marchado. – Le comentó cerdito rosa
– ¡Si pe…pe…peero volverán! – dijo entre sollozos
– ¡Miren allá! -grito desde su macetero la Señora Tomatera
Cerca de donde se hallaba la ovejita llorona, se encontraba el cadáver de una enorme cucaracha. Efectivamente, la señora Tomatera le había acertado a dar con su rama antes de que esta se rompiera y había quedado noqueada en el suelo.
– ¿Esta…muerta? -pregunto la ovejita
– ¡Qué nadie la toque! – dijo la tortuga Clementina. Lo mejor es que la librera la vea mañana por la mañana al abrir la tienda. Así sabrá que tenemos una invasión y pondrá remedio.
Al mañana siguiente nada más subir la persiana de la librería y abrir la tienda, la librera encontró la enorme cucaracha en medio de la tienda.
– ¡Asquerosos bichos! ¡Ahora mismo pongo solución a esto! – dijo la librera
La mujer limpio el suelo e inmediatamente salió a comprar un insecticida. Estuvo buena parte de la mañana limpiando y dejando estratégicamente pequeñas cajitas negras, en realidad eran trampas para las asquerosas cucarachas.
Todos estuvieron esperando la noche con ansiedad y sorpresa, pero lo que ocurra os lo contaré en una próxima entrega.
Soledad Portero Piedehierro.
Mercedes, nuestra muñeca lectora sigue empeñada en su campaña de convencer a los padres, madres, abuelos, abuelas, titos, titas, primos, hermanos mayores…que la mejor manera de fomentar la lectura es llevar un cuento en el bolso o la mochila para divertir y entretener a nuestros niñ@s. Hoy nos presenta la colección de «Cuentos de la Media Lunita» por recomendación de un cliente de nuestra librería que además de abuelo, en la actualidad, y que se dedicó durante mucho tiempo al mundo editorial. ¡Fantástica recomendación! Porque además de ser una recopilación de cuentos tradicionales, siguen la regla de oro, BUENOS, BONITOS, BATATOS y además ¡No pesan nada!
Festejar El Día del Libro está muy bien, yo diría, incluso, que está genial. Igual que cuando se celebra El Día del Padre, de la Madre, el del Planeta, el de los Enamorados; si no fuera por ese cierto tufo a consumismo incontrolado.
¿Debemos leer, respetar el planeta, o amar a nuestra pareja cuando nos lo impongan o nos lo recuerden? ¡¡Pamplinas!! ¡¡Paparruchas!!-como diría Ebenezer Scrooge.
Debemos leer siempre, amar los libros siempre, al igual que debemos respetar y cuidar a nuestros seres queridos (tengan el formato que tengan, pareja, hijos, padres…) y por supuesto a nuestro planeta sin fecha determinada para hacerlo. Siempre.
Para centrarnos en los libros, lo primero que debemos hacer es agradecer a todos los que aman los libros, y que nos han acercado a sus páginas, las han abierto para nosotros con primor ante nuestros ojos: ¡Mira! Parecen decirte, ¡Lee!
Gracias a ese profesor, o maestro, que te descubrieron al autor con el que te enamoraste perdidamente de la lectura, con el que te perdiste por los tejados de la imaginación o te rebelaste en plena adolescencia.
Gracias al bibliotecario, paciente, curioso, erudito que te aconseja, que te escucha, que te lleva por ese laberinto infinito de libros dormidos.
Gracias al librero, atento, que sabe estudiar el rostro del lector que llega hasta sus estanterías; ese que no busca un vendedor complaciente sino al que ha pasado muchas horas entre páginas sabias, de opinión diversa; y que acertará con lo que busca.
Gracias a los que luchan por la Literatura, por los Libros, por el Fomento a la Lectura desde el campo de batalla, a veces minado, de colegios, institutos o administración; se encuentran muchas veces con enredadas madejas de hilos burocráticos.
Y gracias a los padres, madres, abuelos, abuelas, tíos, tías, que muchas noches, con párpados hinchados de cansancio, o en ratitos perdidos, con paciencia infinita, nos narran un bonito cuento.
Constituyen un batallón de hormigas trabajadoras, laboriosas hilanderas, armazón de la cultura , que debemos proteger.
¡E conta, mamá, e conta otra vez, por favor! Recreo en mi mente la voz de mi hija que me instaba una y otra vez a contar la misma historia.
Hoy quiero proponerles una encomienda: luchemos por los libros, por la cultura, por la lectura; pero desde abajo, desde los cimientos. Y para eso necesitamos enseñar a los niñ@s a amar la lectura. Yo les propongo un reto: PONGAMOS UN CUENTO EN NUESTRO BOLSO, y cuando nuestros niñ@s nos pidan el móvil para entretenerse, ofrezcámosles un mundo lleno de mucho más que una pantalla; ofrezcámosles la fantasía, la imaginación, y la ilusión de un libro.